Pero una de las máximas expresiones de ese pueblo llamado Sarrià está detrás de su mercado. Un lugar que o te llevan (*como fue mi caso) o pasa absolutamente desapercibido. Una minúscula calle que por arte de magia te transporta hacia un lugar recóndito y secreto. Y aunque el sitio es pequeño, pequeño, la sorpresa del descubrimiento fue mayúscula.
*Gràcies, E!
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