Las vírgenes y los santos no sólo emergen en los barrios de moral inquieta y traviesa. Hemos podido comprobar que también están presentes en un barrio tan pulcro como Sarrià. Allí es probable que respiren más tranquilos y tengan menos trabajo a la hora de redimir almas callejeras.
Sarrià es más tranquilo, más comedido y más cauto a la hora de hacer públicos sus pecados en comparación con esas hordas de incontrolados que pululan por el centro de la ciudad. Es lo que tiene la burguesía de toda la vida. "Els draps bruts es renten a casa", que diriamos en català.