Las fiestas, con la panza llena, se disfrutan más y mejor. Y un buen sitio para empezar a vivir la Mercè 2011, es el restaurante que lleva el mismo nombre que la patrona de la ciudad. Un lugar de toda la vida, escondido en el carrer Amargós, donde todavía se conserva en la esquina de esta peculiar vía una antigua inscripción que advierte de la entrada y salida de carros y caballos.
Mercè Vins es un sitio de trato familiar, cocina casera (y muy buena) y ambiente agradable (con algún que otro turista despistado). Y por suerte, lo podemos disfrutar escondido en esta calle que puede parecer oscura y descuidada pero que está llena de vida gracias a otros restaurantes y comercios variopintos. Destaco entre ellos a Ópticas Sanabre, siempre tienen lo que buscas con un precio a prueba crisis mundiales.
Antes decía suerte que Mercè Vins está en una calle algo oculta, porque si fuera más conocido, perdería el encanto que tiene desde hace décadas. Y ya no sería una fiesta.