Misma plaza, la plaça del Canonge Colom, casi frente al Teatre Romea. Mismas sillas. Mismas mesas. Mismos parasoles. A la derecha, la terraza llena. A la izquierda, vacía. Y no es la primera vez ni la segunda ni la tercera que observo este detalle. No me negaréis que es curioso. Pero, ah, amigos y amigas, es que no es lo mismo sentarse en la terraza del Mendizabal que en la del bar de enfrente. Porque no es lo mismo ser "enrrollao" y moderno que un simple ciudadano. Es lo que tienen los valores emocionales de la marca, que decimos en publicidad. Porque el sabor de la cerveza será el mismo en una terraza que en la otra, os lo aseguro.
Pero es lo que te da un producto, en este caso terraza, y lo que te da otro, cómo tú te sientes con uno y con otro, y qué dice de ti ese producto o el otro. Así de sencillo. Y así de emocional. El bar Mendizabal tiene una historia, un estilo, una ubicación nada común (una barra en la calle), ha sido escenario en películas y series de televisión,... y eso, en cierta parroquia, mola. ¿Curioso? Tal vez. Pero, en realidad, es esa a veces tan criticada publicidad aplicada a la vida real de las personas.
1 comentario:
Curioso no, más bien ridículo. Pero esa es la Barcelona que hemos conseguido entre todos. Como bien sabes, yo (a menos que fuera con vosotros... ;0) me sentaría en la vacía.
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