Durante estos días seguimos ejerciendo en Barcelona de aquello que llamamos espíritu navideño. Buena muestra de ello es este acto lleno de misericordia y amor. Con los primeros fríos invernales aposentándose en la calle, una alma caritativa decidió cubrir con un gorro de lana la cabeza de este niño abandonado a la intemperie. Todo un detalle que nos demuestra que la Navidad sigue calentando los corazones y la ciudad.
La bicicleta.
Aparcar en Barcelona no es tarea fácil. Lo sabemos. Ni para coches ni para motos. Y parece ser que para las bicicletas ahora tampoco. Obsérvese en la foto la posición de este vehículo a pedales: encima del muro y sujetado a la verja con una cadena. O tal vez, nada tenga que ver el problema del parking. Por su condición de mountain bike echaba de menos la vida en la montaña (con esas corredizas hasta la cima de los montes) y su dueño, en otro arranque de espíritu navideño, decidió que necesitaba unas vistas de la plazuela algo más elevadas que el resto de los mortales, para hacer más llevadera su vida urbana.
Aparcar en Barcelona no es tarea fácil. Lo sabemos. Ni para coches ni para motos. Y parece ser que para las bicicletas ahora tampoco. Obsérvese en la foto la posición de este vehículo a pedales: encima del muro y sujetado a la verja con una cadena. O tal vez, nada tenga que ver el problema del parking. Por su condición de mountain bike echaba de menos la vida en la montaña (con esas corredizas hasta la cima de los montes) y su dueño, en otro arranque de espíritu navideño, decidió que necesitaba unas vistas de la plazuela algo más elevadas que el resto de los mortales, para hacer más llevadera su vida urbana.
Una preciosa estampa navideña que tuvo lugar en la pequeña plaza de Marcús, justo en la ermita románica construida en el siglo XII bajo el mecenazgo de Bernat Marcús. Aunque si el amigo Bernat levantara la cabeza, dudo mucho que este retablo lo vinculara con espíritu alguno.