domingo, 28 de junio de 2009

La felicidad va por barrios


Los balcones de Barcelona se han llenado de banderas del Barça en las últimas semanas. Buenas razones había, hasta tres, para que así fuera después del mayo glorioso que hemos vivido.
En la Diagonal, cerca del Passeig Sant Joan, un seguidor del Español también ha decidido sacar al balcón su sentimiento futbolero. Interpreto que tenía tres buenos argumentos para hacerlo. El primero, la permanencia conseguida casi in extremis; el segundo, el nuevo estadio (muy bonito, por cierto); y el tercero, pues llevar la contraria, sin más, al vecino de al lado y al resto de conciudadanos azulgranas. Es la única bandera blanquiazul que he visto durante estas semanas y, al lado del escudo del Barça, me parece una estampa curiosa y divertida.
Por cierto, ahora que el Español tiene su nuevo estadio ubicado en El Prat-Cornellà, me pregunto si podremos seguir considerando este club como un equipo de la ciudad de Barcelona. Y si sus dirigentes cambiarán el nombre de su tradicional torneo de verano, el "Ciudad de Barcelona" por el de "Ciudad de El Prat-Cornellà".
En cualquier caso, vayan donde vayan, estén donde estén, la rivalidad continuará.

domingo, 21 de junio de 2009

Un paseo en bici por la Diagonal

Un domingo por la mañana en bicicleta por la Diagonal. Un domingo que además es el primer día del verano. Pues te puedes encontrar, por ejemplo, un original Arco de Triunfo en pleno Passeig de Gràcia.


O también, en Muntaner, un aperitivo popular para celebrar la próxima apertura del renovado Bar Velódromo el día 6 de julio. Por 0,50 céntimos de euro hoy tenías un cañita Moritz, una patatas fritas y unas olivas.
Es lo que tiene un domingo por la Diagonal.





lunes, 15 de junio de 2009

Hace un año






Hoy hace un año que Barcelona 93 abrió sus puertas. El primer sorprendido de este primer aniversario soy yo. Un total de 37 entradas hacen que la sorpresa todavía sea mayor y sobrepasa mis expectativas iniciales. Pero lo cierto es que rebuscar entre las calles de la ciudad aquello que le da personalidad y vida ha sido un auténtico placer. Y encima parece que hay gente a quien le gusta este blog, lo sigue y lo comenta. Incluso hay un grupo de amigos de Barcelona 93 en Facebook.
Hace un año empecé esta singladura desde un lugar muy especial: un restaurante francés, al lado mismo del Mercat de la Boquería. Y hacía hincapié en lo que yo entendí como una declaración de principios del restaurante y de la vida misma, un mensaje escrito en una de las puertas interiores del mismo local.
Para celebrar este primer año, os invito a conocer otro lugar asombroso. Y digo lo de asombroso porque resulta inédito que puedas disfrutar de este remanso de paz en pleno centro de Barcelona y en uno de sus barrios más concurridos.
Ahora os estaréis preguntando dónde podéis encontrar este oasis rústico y bucólico. Para preservar el encanto de este espacio natural, por una vez no daré pistas. Y aquellos que ya lo hayáis visitado, sed cautos y no desveléis el secreto.



viernes, 5 de junio de 2009

Otro que vuelve





Leía el otro día que los Spandau Ballet vuelven con una gira que pasará por Barcelona. Los viejos del lugar todavía recordarán su mítico concierto en Studio 54 por allá los primeros años 80. Camisas con chorreras, pantalones de montar a caballo y flequillos de estilismo "new romantic" invadieron aquella sesión. Lo cierto es que estamos viviendo un auténtico revival a todos los niveles de aquella gloriosa década.
Otro regreso esperado era el Bar Velódromo del carrer Muntaner, un local que no nació en los 80 pero que vivió una época dorada en aquellos tiempos. Después de muchos rumores sobre su futuro, ya está en plena fase de remodelación. Visto lo visto, parece que conservará al 100% su estructura y decoración original lo cual es de agradecer. Más de uno mirara estas fotos con nostalgia: años universitarios, gin tonics, su decoración vetusta,... Muchas noches en los 80 empezaban en el Velódromo y acababan en el no menos mítico Bikini (el original, no el del centro comercial).
Es más que probable que, al igual que el Bar Zurich, el Velódromo nunca recupere aquel espíritu canalla de otras décadas, pero al menos no ha sido pasto de una constructora con su correspondiente bloque de pisos. Yo, por mi parte, aunque sólo sea para rememorar batallas pasadas, volveré cuando abra sus puertas. Y seguro que alguna lagrima caerá.
*Dedicado a mis amigos Anna, Josep Maria, Lluís y Víctor.